El nuevo edificio fue diseñado por los arquitectos: Pedro Ramírez Vázquez, José Luis Benlliure, Alejandro Schoenhofer, fray Gabriel Chávez de la Mora y Javier García Lascuráin. Para su inauguración, el 12 de octubre de 1976 se consagró como la casa más moderna de Santa María de Guadalupe.
La forma que sigue la arquitectura responde a su principal función: la de acoger a los miles y miles de peregrinos que la visitan de todas partes del mundo. El proyecto comprendía una nave central con un claro de 63 metros que elimina columnas intermedias, dos capillas grandes, nueve pequeñas, un sótano y varios niveles para oficinas y dormitorios.
La basílica se hizo de base circular y libre de apoyos, con 100 metros de diámetro, para que el mayor número de visitantes pudiera participar de las celebraciones litúrgicas y, por otro lado, hacer posible que la imagen de la Virgen de Guadalupe se pueda apreciar desde todos los puntos interiores de la basílica. Dicha imagen se encuentra detrás del altar, bajo una cruz de importantes dimensiones, en un muro con acabado similar al plafón.
La cubierta, por su parte, al ser como una gran carpa, recuerda la tienda que usaban los judíos en su peregrinar por el desierto y es, al mismo tiempo, símbolo del manto de la Virgen, que protege a quien la visita. La gran columna que le sirve de eje tiene 42 metros de altura, y en su interior se encuentran las oficinas administrativas de la Basílica.
En el interior de este templo caben 10,000 personas, ubicadas en la parte central y en las nueve capillas del piso superior, que en caso necesario, pueden prestarse para ceremonias distintas a la del altar mayor. Desde la capilla abierta del segundo piso, que se dirige hacia el atrio recordando a las que utilizaban los primeros frailes durante el siglo XVI, el número de asistentes se aumenta a un total de 50, 000. En el sótano de la Basílica están las criptas, con más de 15,000 nichos y 10 capillas para recordar a los difuntos que ahí descansan.
Con información de archdaily.mx